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Incompatibilidad entre Agenda 2030 y DSI (IV) – ¿Dónde está tu Norte?

Parte IV: ¿Dónde está tu Norte?

En los tres últimos artículos hemos estado explicando que, aunque la Agenda 2030 tiene aspectos positivos, aceptarla en su totalidad implica conflictos directos con el planteamiento moral de la Iglesia. Ante la aceptación generalizada de la Agenda surge la pregunta de ¿y ahora qué?, ¿qué debe hacer el cristiano?, ¿dónde debería estar nuestro foco?

Benedicto XVI habló en diversas ocasiones sobre la importancia de los principios no negociables: protección de la vida, reconocimiento y promoción de la estructura de la familia y protección del derecho de los padres a educar a sus hijos[1]. Unos principios que no son verdades de fe sino principios inscritos en la naturaleza del hombre y por tanto destinados a todas las personas y esenciales para la convivencia justa y pacífica.

Ante esta situación, el cristiano no puede permanecer como espectador en la sociedad y cabe preguntarse si tenemos la responsabilidad moral de ofrecer una alternativa que sea consonante a esos principios innegociables, en palabras de Juan Pablo II:

“Nuevas situaciones, tanto eclesiales como sociales, económicas, políticas y culturales, reclaman hoy, con fuerza muy particular, la acción de los fieles laicos. Si el no comprometerse ha sido siempre algo inaceptable, el tiempo presente lo hace aún más culpable. A nadie le es lícito permanecer ocioso.”[2]

Ofrecer esa alternativa llama a ser minorías creativas en todos los ámbitos. Benedicto XVI ha recalcado en varias ocasiones la importancia de la Iglesia como minoría creativa. La minoría creativa se asemeja a la levadura en medio de la masa: es capaz de transformar las leyes y propiedades de la masa, pero lo hace desde dentro, formando parte de ella[3]. Así, ante la propuesta actual de desligar todos los aspectos sociales de la trascendencia, ser minoría creativa implica ofrecer una alternativa: poner el valor en la persona.

Situando al hombre en el centro, la primera estructura social que nos encontramos es la familia. En toda la literatura que rodea la Agenda 2030, apenas se menciona a la familia si no es para mermarla a través de la “planificación familiar”, en vez de fomentarla. Sin embargo, la familia sigue siendo una de las piedras angulares para el desarrollo de una sana sociedad. Por un lado, porque es quien genera el capital humano y, por otro lado, porque es la escuela donde se aprende a vivir y donde se aprende a amar.

Desde Altum nos hemos puesto la meta de ser minoría creativa en el mundo de las finanzas y la inversión. Nuestra forma de hacerlo es ofrecer una alternativa moralmente responsable a la “inversión sostenible” actual, introduciendo cuatro pilares a la hora de seleccionar inversiones que ponen a la persona en el centro: la promoción de la vida, de la familia, de la dignidad humana y el cuidado y protección de la creación para las generaciones futuras… Fruto de ello han sido los proyectos que han visto la luz en los últimos 5 años:

  • Altum App: una app destinada a todos los inversores y consumidores, independientemente de su patrimonio, para poder comprobar si las compañías cumplen con el magisterio de la Iglesia.
  • Altum Explorer: una herramienta que permite al inversor profesional crear carteras coherentes con la moral cristiana para sus clientes.
  • Altum Certified: un sistema de certificación de vehículos de inversión para permitir al inversor conocer en qué medida los activos en los que invierte un fondo no entran en conflicto con el Magisterio.
  • Altum 100×1: nuestro programa, enmarcado dentro de la reciprocidad y la lógica del don, para apoyar la Oración, la Misión y las Vocaciones fomentando iniciativas como el documental recientemente publicado “Libres”

Todos estamos llamados a la creatividad, a generar cosas nuevas, es lo que ha hecho el hombre desde que es hombre. Invitamos al lector de este artículo a que se pare a pensar cómo puede él, junto con otros, ser minoría creativa, allí donde el Señor haya plantado a cada uno, para seguir generando una cultura cristiana centrada en la persona.

Porque… ¿dónde debería estar realmente nuestro norte? Nuestro norte debería levantar la mirada más allá del horizonte 2030 a tan sólo 3 años más, al año 2033, en el que celebraremos el evento que realmente cambió el mundo: la resurrección del Señor.

¿Te atreves a construir tu propia agenda para el 2033?

Siempre duc in altum.


[1] Benedicto XVI, Discurso del Santo Padre Benedicto XVI a los participantes en unas jornadas de estudio sobre Europa organizadas por el Partido Popular Europeo, 2006. Disponible en internet: https://www.vatican.va/content/benedict-xvi/es/speeches/2006/march/documents/hf_ben-xvi_spe_20060330_eu-parliamentarians.html

[2] Juan Pablo II, Christifideles Laici, 1988, n.3. Disponible en internet: https://www.vatican.va/content/john-paul-ii/es/apost_exhortations/documents/hf_jp-ii_exh_30121988_christifideles-laici.html

[3] Granados, Luis y Ribera, Ignacio, Minorías Creativas: El Fermento del Cristianismo, Editorial Monte Carmelo, 2011, p.22.

Borja Barragán

Casado y padre de siete hijos, cuenta con 19 años de experiencia en banca de inversión. Tiene muy clara su vocación profesional: poner aquello que sabe hacer (inversión, economía y finanzas) al servicio del apostolado. Tras haber trabajado en banca de inversión en entidades internacionales (Bank of America Merrill Lynch, Royal Bank of Scotland y Goldman Sachs) fundó en Julius Baer el primer fondo de inversión de renta variable en España que seguía la Doctrina Social de la Iglesia: Temperantia. Con formación en Administración y Dirección de Empresas (ICADE), amplió su formación relacionada con el mundo de la inversión coherente con la fe (faith-consistent investing): – Harvard University (Boston): Sustainable Finance & Investments Program – Máster en Pastoral Familiar del Instituto Juan Pablo II – Doctrina Social de la Iglesia en la Universidad Pontificia de Santo Tomás de Aquino de Roma (Angelicum) – Gestión de endowments y fondos institucionales – IESE. Hoy, es el fundador de Altum Faithful Investing, empresa de asesoramiento financiero que sigue los criterios del magisterio de la Iglesia Católica en todas y cada una de sus decisiones.