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El Distributismo de Chesterton: La creación de un mundo más justo mediante la propiedad y el personalismo

Fue periodista, figura controvertida, realista, amante del debate y converso. Todo gracias a un viaje espiritual que describió como ningún otro, y que no tenía otro destino que el retorno al abrazo de Cristo. ¿Quién mejor para elaborar una teoría económica? Una completamente alineada con la naturaleza humana.

Junto con Hilaire Belloc, Gilbert K. Chesterton formuló la teoría del Distributismo y actualmente se le considera uno de los pensadores más influyentes del pensamiento cristiano y moderno. Aunque quizá sea más conocido por sus prolíficas contribuciones a la literatura, los logros intelectuales de Chesterton se extendieron al ámbito de la economía. Su teoría económica subraya la importancia de la propiedad generalizada y trata de abordar las desigualdades sociales y económicas de su época, basándose en la naturaleza orientada a Dios y no en meras consideraciones materialistas. La perspectiva de Chesterton sigue inspirando a los pensadores contemporáneos mientras seguimos explorando modelos económicos alternativos.

Su formulación del Distributismo nace como respuesta a la Doctrina Social de la Iglesia, ofreciendo una alternativa al capitalismo y al socialismo. Se basa en una auténtica antropología social, en la que se pretende devolver a la persona toda la centralidad que le debe corresponder en cualquier proceso de organización política y económica de la sociedad, procesos en los que sólo la persona puede ser tomada como fin en sí misma, y nunca como medio[1] . En este sentido, se trata de una teoría formulada a partir de la fundamentación filosófica de la Doctrina Social Católica. De hecho, esta teoría se inspira en los principios establecidos en la encíclica Rerum Novarum y en la contribución de León XIII que buscaban un equilibrio justo y armonioso entre el capital y el trabajo para proteger los derechos y la dignidad de los trabajadores.

El principio fundamental del Distributismo es que la única forma de construir un mundo justo es distribuir la propiedad para que no se concentre en muy pocas manos, condenando a una vida de miseria a masas de personas cada vez mayores[2] . En sus propias palabras: “La propiedad no es más que el arte de la democracia. Significa que cada hombre debe tener algo que pueda modelar a su propia imagen, como está modelado a imagen del cielo”[3] . Chesterton y los distributistas también promovían la idea de que la propiedad debía ser principalmente a pequeña escala y estar arraigada en las comunidades locales. Fomentaban la agricultura familiar, las empresas familiares y las cooperativas locales como formas de organización económica. La creencia era que esto contribuiría a una economía más descentralizada y a una mayor solidaridad comunitaria.

El distributismo de Chesterton se enfrenta a menudo a críticas por su supuesta falta de aplicación práctica. Algunos sostienen que esta teoría puede ser excesivamente idealista y que aplicarlo a gran escala podría dar lugar a ineficiencias económicas u obstaculizar el crecimiento económico. Los críticos también señalan que el distributismo a veces pasa por alto los retos de la transición de los sistemas económicos existentes a un modelo distributista.

Estas críticas pueden ser válidas en contextos específicos. Sin embargo, lo que propone el distributismo no es un cambio de sistema, sino una transformación espiritual. No constituye una “tercera vía”, como se la suele etiquetar. Toda teoría y práctica económicas se apoyan implícitamente en alguna visión antropológica subyacente. La propuesta de Chesterton y Belloc pretende precisamente alterar ese fundamento. Mientras que tanto el capitalismo como el socialismo están arraigados en una cosmovisión materialista y utilitarista, el distributismo encuentra su base en la antropología cristiana, tal como se interpreta en las directrices prácticas de las encíclicas que le sirven de inspiración. En consecuencia, el cambio es mucho más profundo que el de un sistema. Desde esta perspectiva, la crítica de un cambio sistémico se ve matizada por el hecho de que lo que se propone es una conversión en toda regla. Supone una transformación de motivaciones y prioridades más que una revisión del sistema.

Por último, Chesterton apoyaba firmemente el principio de subsidiariedad, uno de los más importantes de la Doctrina Social Católica en materia económica, que afirmaba que los asuntos debían tratarse a nivel local o comunitario siempre que fuera posible. El principio de subsidiariedad coincide con la visión distributista de la descentralización económica y política. Chesterton veía la subsidiariedad como una forma de empoderar a las comunidades locales y permitirles tomar las decisiones que mejor se adaptasen a sus necesidades específicas, en lugar de ser dictadas por una autoridad lejana. En el mismo sentido, un sistema distributista concede auténtica libertad a las familias, por lo que supone una amenaza para los poderes establecidos. Es un sistema en el que cada hogar posee los medios esenciales para su subsistencia, sin depender ni de las administraciones públicas ni de vastos conglomerados empresariales o autoridades financieras. Al hacerlo, socava algunas de las herramientas más consagradas de la subyugación de masas. Esta es la razón por la que Chesterton afirma que “la palabra rebelde subestima nuestra causa”[4] .

En resumen, G. K. Chesterton fue un defensor del distributismo, una teoría económica y social que abogaba por una distribución más equitativa de la propiedad, la promoción de las pequeñas empresas locales y la descentralización económica. Sus ideas giraban en torno a la importancia de la propiedad privada, la subsidiariedad y la crítica tanto del capitalismo como del socialismo.


[1] Sada, Daniel, Gilbert Keith Chesterton y el Distributismo Inglés en el Primer Tercio del Siglo XX, 2005, Fundación Universitaria Española. Disponible en: http://ddfv.ufv.es/bitstream/handle/10641/1304/chesterton-COMPLETO-02.pdf?sequence=5&isAllowed=y

[2] de Prada, Juan Manuel, Juan Manuel de Prada: “Chesterton disuelve las ideologías modernas”, 2019, Alfa y Omega. Disponible en: https://alfayomega.es/chesterton-disuelve-las-ideologias-modernas/

[3] Chesterton, G.K., Qué le pasa al mundo, 1910.

[4] Chesterton, G.K., Utopía de los usureros, 2000. Disponible en: https://www.gutenberg.org/files/2134/2134-h/2134-h.htm

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Borja Barragán

Casado y padre de siete hijos, cuenta con 19 años de experiencia en banca de inversión. Tiene muy clara su vocación profesional: poner aquello que sabe hacer (inversión, economía y finanzas) al servicio del apostolado. Tras haber trabajado en banca de inversión en entidades internacionales (Bank of America Merrill Lynch, Royal Bank of Scotland y Goldman Sachs) fundó en Julius Baer el primer fondo de inversión de renta variable en España que seguía la Doctrina Social de la Iglesia: Temperantia. Con formación en Administración y Dirección de Empresas (ICADE), amplió su formación relacionada con el mundo de la inversión coherente con la fe (faith-consistent investing): – Harvard University (Boston): Sustainable Finance & Investments Program – Máster en Pastoral Familiar del Instituto Juan Pablo II – Doctrina Social de la Iglesia en la Universidad Pontificia de Santo Tomás de Aquino de Roma (Angelicum) – Gestión de endowments y fondos institucionales – IESE. Hoy, es el fundador de Altum Faithful Investing, empresa de asesoramiento financiero que sigue los criterios del magisterio de la Iglesia Católica en todas y cada una de sus decisiones.